jueves, 9 de septiembre de 2010

Día 14: Actividades de la academia

Llevo varios días sin publicar nada, entre la llegada y el día que pasé en Madrid viendo a mi hermano no he tenido oportunidad de seguirlo, pero aquí está!

En el décimo cuarto día del mi estancia en Tokyo tocaba hacer una actividad en la academia impartida por los profesores, me explico.

Al comienzo de las clases, el primer día para ser exacto. La profesora Michiko nos repartió una hoja con una serie de actividades en las que uno puede hacerse participe pagando una cantidad. Ésta varía según la actividad, hay unas más caras y otras más baratas. La que yo elegí era de caligrafía. La escogí pensando en una actividad paralela al idioma, es decir, que tuviese relación. Y costaba 1,500 yenes (como unos 13 €).
Habían otras actividades como ceremonia del te o hacer sushi (esta ultima bastante cara). Y de la única que me quedo pena no apuntarme fue la del taiko (gran tambor), que consiste en tocar tambores tradicionales mientras se danza (típico de las fiestas japonesas). Que según se por un chico taiwanés que se apuntó, fue muy divertido. Ensayaban dos veces y actuaban en la calle con los atuendos. Yo me cruce una de estas actuaciones los primeros días en Shinjuku y se ven muy divertidas ahí, gritando y tocando el tambor a lo kabuki, con gestos y posiciones que parecen artes marciales. ^^

Hoy, en el supermercado que hay bajo la escuela, compre dorayaki. La comida favorita de Doraemon. Tienen varios tipos de rellenos y el que yo compré era con miel. Estaba muy bueno!


Dorayaki


Esa mañana, el tema iba sobre conversaciones telefónicas y el ejercicio del final del tema consistía en llamar a algún lugar de la lista de teléfonos que repartía la profesora y pedir información. Es decir, llamábamos a un museo o exposición y preguntábamos cosas como el precio, como se llega en tren o cuanto cuesta para una persona. Vamos las típicas preguntas que hace uno cuando quiere informarse. La historia es que el ejercicio no era entre compañeros, si no nos daba teléfonos móviles y llamábamos a museos. En lo que nosotros los alumnos dijimos: Queeeeeee!!?? Oh my god! Y con valor llamábamos. Al final realizamos la llamada tres, el sur coreano (que por trabajo en japón domina el tema sin problemas), la escocesa y yo (en una mezcla de osadía e ignorancia). He de decir que nos colocábamos en parejas y uno llamaba. Y mi compañera como que no se atrevía, así que llamé yo. Entre los nervios no lograba escribir bien, así que le ordene a mitad de la llamada a mi compañera que escribiera ella y yo le dictaba. Al final salió todo bien la verdad. Conseguimos la información necesaria y me despedí del recepcionista formalmente. ^^

Después de las clases, ese día salimos puntual (a la 1) y me reuní con Cynthia y sus amigas para ir a comer algo por ahí. Fuimos a un italiano (lo se soy un pecador, estoy en Japón y me voy a comer a un italiano...no comments). Tras almorzar me quedaba aun tiempo para ir tranquilamente a la academia, pues habíamos comido cerca de ella, en la misma calle vamos, unos 100 metros en dirección a la estación de tren. Y la actividad empezaba a las 14:00 y duraba una hora, cosa que averigüé sobre la marcha. Poco tiempo evidentemente.

Una vez allí, la actividad se impartía en una de las aulas de la academia dispuesta con las mesas en “U” y empapeladas de periódicos. Habían personas de todos los grupos y entre ellas una chica, cuyo padre es un japonés que ha vivido durante 20 años en Mayorca y allí da clases de japonés en una academia llevada por él. Hablaba fluidamente el japonés y era muy simpático. Calculo que tendría alrededor de unos 55 años y jamás supe el nombre, debería habérselo preguntado y agregarlo al Facebook. Mientras hacía la actividad hablaba con él en español y le contaba de donde soy, a lo que respondió: “De Tenerife o de Gran Canaria? (…) Buenas playas!”. Manteníamos una conversación muy amena y él me iba explicando cosas sobre la caligrafía.

Al comienzo, nos dismonian unas piedras y el carbón para mezclarlo con el agua y raspar hasta ir tiñendo el agua (procedimiento normal). Cuando estuviese saturada se daba por buena. Una vez mezclada la tinta, que se tarda un poco, cogíamos tongas de periódicos y la profesora explicaba como coger el pincel. Y también en la postura que ha de ser usado (verticalmente sin inclinarlo). También la posición del cuerpo ha de ser correcta, bien sentado y con las manos colocadas de cierta manera. Es todo un ritual y una técnica desarrollada desde hace siglos.

Una vez estábamos todos listos, la profesora comenzaba a dibujar trazos para que practicáramos con la tonga de periódicos que teníamos encima de la mesa. Ella hacía uno y nosotros lo repetíamos durante un rato, tras esto cambiaba a otro y así. Los japoneses usan una única tinta (negra) mientras que los chinos usan más. Los pinceles varían en tamaño según el interés y el formato, y los precios también van desde lo más barato hasta lo prohibitivo.

Más tarde, repartió unas hojas de papel de arroz y con unas libretas con kanjis que previamente había repartido, nosotros elegíamos uno y lo tratábamos de repetir. Al rato cambiábamos de motivo y volvíamos a practicar.

Después de tanto practicar, traían unos cartones forrados y decorados con un borde dorado, más para una presentación definitiva. Yo elegí el ideograma (llamado en japonés: Kanji) de mar. Y una vez practicado previamente, al final de la hora lo escribíamos. Y luego poníamos nuestro nombre en una esquina en pequeño.


Taller de caligrafía


Tras una hora en la que no aprendes nada, si no que repites una acción una tras otra sin explicación previa entregas lo que has hecho y más adelante te lo entregan. Al salir, me encontré a Cynthia que le tocaba la misma actividad pero turno distinto y me dirigí a la estación de camino a casa. Hoy tocaba estudiar lo aprendido en clase.

Me volví a cruzar con el señor japonés. Y nos despedimos, yo me fui por la ruta habitual. No sin antes visitar en condiciones la ermita (por llamarla de alguna manera) shintoísta. Por la cual el barrio en donde vivía, recibe el nombre: Shôin Jinja.


Entrada a Shôin Jinja


Muy pequeña, con una fuente en la que me refresqué (eran como las 4 de la tarde) y por otros lados estatuas y omikuji. Muy acogedor el lugar. En pleno verano, los árboles se llenan de insectos que llenan de sonidos, a veces ruidos, las arboledas. El típico ruido de fondo en una escena de colegiales en un anime. Era curioso pararse a escucharlo.


Fuente de agua


Después de ahí, me fui de vuelta a casa para ponerme a estudiar. Ya quedaba menos para que se acabasen las clases.


Esto es todo lo que dió de si el día catorce...Próximamente una entrada nueva!


Ja..mata kondo!! :)